viernes, 8 de mayo de 2009

Amor, danza y literatura


El amor literaturiza al cuerpo y la danza tiende a liberarlo. Todo ser humano intenta "recordar" con su cuerpo a todos los demás cuerpos con los cuales ha entrado en contacto a través del acto amoroso. Amar es recordar, no poder prescindir de la memoria de... Pero el amor, hasta el amor, es un fenómeno que termina. Uno deja de amar cuando ha olvidado definitivamente. En este sentido el cuerpo tiene una gran memoria... relativa. En nosotros se hallan presentes el cuerpo de la madre, los primeros regodeos sexuales, los cuerpos y las acciones de los seres amados. Pero en nosotros --a diferencia de los animales-- el registro de la figura amada termina por ser una imagen, una descripción literaria. Un recuerdo de palabras. Una especie de "olvido por distinta vía".

La danza, gracias a su naturaleza, nos muestra y nos enseña lo efímero, la función y la belleza de lo instantáneo. Es la antítesis de la literatura. Si amáramos como danzamos, seríamos seres más libres. La verdadera danza jamás desea convertirse en registro. Al gran bailarín, a la gran bailarina no le importa "trascender" en la misma forma que interesa al escritor quien, aun sin pensarlo, mantiene consignados sus deseos y sentimientos durante el acto creativo. La danza ocurre en un momento y en seguida se extingue. El film, la videocassette, el texto descriptivo, la foto de danza son sólo fichas para la historia de un instante o una secuencia vertiginosa. La danza es, antes que nada, una muestra de efímera libertad. El cuerpo libre, ciertamente, carece de memoria.



Alberto Dallal: "Danza como lenguaje, danza como expresión. Algunas consideraciones teóricas", La danza contra la muerte, Instituto de Investigaciones Estéticas, Monografías de Arte 12, UNAM, 1979, pp. 27-40.

miércoles, 29 de abril de 2009

Mujeres en el tango

Por: Bibiana Degli


Los escenarios del tango tuvieron mujer desde los inicios. Y qué mujeres, mujeres todas ellas de armas tomar, mujeres que se hicieron en el tango y que tomaron el tango como arma y salieron con valentía a caminar un mundo que no parecía estarles destinado. Aunque con eso del destino, hay que tener cuidado.

Hay que tomarse el cuidado y con tranquilidad decir que el tango y sus avatares son un modo de la cultura que orilló todo el siglo pasado y pasa al nuestro con una fuerza envidiable, con una fuerza que lo rescata de los orígenes rioplatenses y lo difunde y lo funde con la música de otras ciudades tomando ahí también su espacio.

Tranquilidad para decir que las mujeres en el tango pusieron desde el principio en entredicho la cosa que asegura que mujer y dinero no son amantes si se trata de que ella lo produzca. En los artículos que tomé como bibliografía y que reseñaré luego, se asegura con rigor que las divas del tango fueron taquilleras a rabiar. Despuntaron sus voces e hicieron fortunas en las radios amadas por todos los porteños, en especial por aquellos que peinan canas y recuerdan esa historia de seguidilla y en el orden fantástico que sus memorias les brindan.

Avatares de las memorias aparte, todos aseguran que ellas caminaban el campo del tango como sus dueñas, como las divinas, como señoras del tango, en una comunión que excedía cualquier contrato matrimonial. Me parece hoy después de haber leído sus historias en la revista Gilda que tuve el gusto de dirigir,

Me parece digo que no se las puede pensar por fuera de un amor al trabajo, al trabajo en el tango, porque los moldes que rompieron no fueron cualesquiera. Para preparar esta intervención, he leído todos los artículos que en esa revista publicaron José María Otero y Néstor González y yo misma y algún que otro chimento de esos que te sueltan los milongueros de pro, curiosas criaturas que me está siendo dado conocer.

Empezaron en el tango las mujeres cantando, sobre todo cantando aunque algunas compositoras hubo, también directoras de orquesta, algunas con su nombre a la vista y otras con su nombre cambiado, mutado en varón del tango donde no lo había. Como ejemplo de las ocultas, María Luisa Carnelli, autora de Cuando llora la milonga….

Entre las que aparecieron con su nombre propio, empezaré citando a Paquita Bernardo. Nacida en 1900, inició un fogoso romance con el bandoneón siendo una pibita. Su determinación la convirtió en una gran ejecutante rompiendo tabúes. A los 20 años conduce un sexteto en el que se alineaban chiquilines como Osvaldo Pugliese al piano. Mujer de contextura frágil que logró parar el tráfico de la calle Corrientes para escucharla y que conducía al grupo con su formidable mano derecha, su larga melena, blusa blanca, pollera negra y un almohadón recamado donde apoyaba sus pequeños pies. Enorme para la música, pequeña para la intemperie de la vida, se la llevó un resfrío mal curado a los 25 años.

Pero entre las cosas a destacar, la corta de vida de Paquita no fue una constante entre las divinas del tango. Como contrapunto, Tita Merello entre las que crecieron y vivieron largamente en el tango. Para mí la Tita siempre fue mayor. Cuando leía sus historias se me hacía difícil pensar que no siempre había sido así. Nació en 1904, vivió todo el siglo y paseó su porte arrabalero por sus escenarios. Paradigmática representante de los orígenes más que humildes de muchas de las mujeres en el tango, su versión de arrabalera, llena de gracia y arte una letra que es para ponerse a llorar: mi casa fue un corralón de arrabal bien proletario, papel de diario el colchón del cajón en que me crié.

Me parece fuerte a rabiar pero en lo que me viene a cuento destacarla es en su manera de cantar diciéndole a los hombres lo que muchas querríamos, lo que muchas no se atrevieron y sobre todo, decir sin más, lo que ellos no querían oír. Quién puede decir con naturalidad, piantá de aquí: no vuelvas en tu vida… No puedo más pasarla sin comida ni oirte así, decir tanta pavada….¿Es que no te das cuenta que sós un engrupido que te crees que al mundo lo vas a arreglar vos? Hacé el favor!...

Ella no lo escribió pero quién se lo quita de la marca. No sólo le habló así a los hombres, también compuso un tango en el que directamente preguntaba: Decime dios, ¿dónde estás? “Le dí la cara a la vida, y me la dejó marcada. En cada arruga que tengo, llevo una pena guardada”. Y mucha sabiduría donde cabe decir que su vida artística, canto, composición, cine, suplieron ampliamente la formación académica de la que sigue siendo, la Tita de Buenos Aires.

No voy a poder con todas, aunque sosteniéndome de todas pueda yo algo decir que enfoque estas mujeres en el tango como mujeres forjadoras de cultura, de la cultura argentina y uruguaya y más acá, de un canto universal por popular, universal por decirle a hombres y mujeres que pueden abrazarse y bailar mientras otros hacen la guerra.


viernes, 9 de enero de 2009

Como en la vida...

He descubierto que en el tango, como en las relaciones de pareja, si las mujeres queremos que un hombre haga algo, de nada sirven las miradas mudas, los empujoncitos en las rodillas o adelantarnos a su paso para forzar alguna evolución. Todo esto no va a resultar en nada. Si quiero que mi pareja de baile haga algo determinado, tengo que DECÍRSELO. Lo mismo que en la vida, ¿no?

sábado, 6 de diciembre de 2008

La magia del abrazo

Tango es el abrazo. Más allá de la música, de la poesía lunfarda, del coqueteo incesante y la presencia arrebatadora de los sentidos, está ese acto humano, humanísimo. Al abrazarnos nos rescatamos del abandono, nos identificamos como miembros de nuestra especie. El abrazo es una poderosa herramienta de alquimia: da dulzura incluso a la tristeza. Somos la especie que abraza, que acoge, que toca, que envuelve, que protege. El tango convierte al abrazo en humanísima poesía.

martes, 4 de noviembre de 2008

Danzar para renacer

Siento en los pies lo que siento en el corazón: por Rodrigo Peiretti



Representar un estilo artístico es mantenerlo vivo, representarlo es recrear su pensamiento, tras éste hay una enorme red de códigos filosóficos, gestuales y ancestrales que lo sostienen. Un artista decodifica ese pensamiento y conducido por las fuerzas que mantienen al universo en marcha, movimiento y cambio, produce alteraciones en el devenir de ese arte. Este es el caso de muchos de los talentos contemporáneos del tango en cualquiera de sus ramas. Pero también es el caso del tango mismo. Es el Tango como sujeto que se mueve, cambia y crece.


El Tango nace y vive para ser canal de expresión popular. Es el lugar donde se llora sin llorar, dónde se reencuentran los cuerpos de los amantes enojados, dónde la queja se hace valer, donde las leyes son claras. El Tango fue la reunión de diversas expresiones culturales que se unieron en búsqueda de una identidad conciliatoria y representativa a la vez. Tal vez sea esa una de las causas que hace que actualmente esta expresión artística haya encontrado adeptos activos en todo el mundo.

Pero sin ningún lugar a dudas hay una causa mayor: El tango llega a un lugar profundo de las emociones esenciales del ser humano y lo desnuda, lo expone y lo lleva al replanteo. Esto su ve a través del andar de los cuerpos abrazados, la mirada cercana, los roles definidos, el formar una unidad de funcionamiento. Se escucha en el lamento eterno del violín, los acordes esperanzados o profundos de los bandoneones, en su poesía cantada y por sobre todo en sus cuestionamientos a los vínculos amorosos. El tango ha puesto la mirada en el amor.

La bailarina Milena Plebs explica un suceso que ve en las milongas y que es además uno de los ejes de su trabajo:


“ ... Habando del eterno tema del vínculo de pareja, hace tiempo que la estructura conocida está en crisis y hay una suerte de intentos que hace la gente de otra manera de relacionarse. En el tango esto se refleja. La gente joven maneja un material diferente: antes la pareja de tango bailaba básicamente junta, con los torsos juntos y moviéndose en forma paralela, ahora están empezando a probar movimientos en donde el hombre
y la mujer se separan o adquieren posiciones distintas entre sí, manejan una mayor oscilación como una mayor libertad. Hay dos cosas técnicas básicas que se mantienen, una es el abrazo y otra es el código en donde uno genera un movimiento y el otro responde.


El tango permite experimentar maneras de vinculación con todo el miedo que puede generar y no quedar atrapado en el vínculo; bueno, es que el tango dura tres minutos, terminó y te vas a otra cosa. Las tandas en las milongas son de 4 o 5 tangos. Un código que hay es que se baila la tanda entera, entre tanda y tanda hay una música distinta que corta y entonces si el tipo no te gustó, te dio miedo, etc, te vas. Tenés la posibilidad de entrar y salir, está bueno. Quiero decir: si el código fuera, que una va a bailar y tiene que bailar toda la noche con el mismo tipo... no se si sería algo que se hubiera impuesto en el mundo...

Podemos ver al Tango como un laboratorio de experimentación de las relaciones amorosas. A través de los códigos del tango cuando dos personas se juntan para bailar, se van a encontrar los propios ejes de sus comportamientos entre sus lados femeninos y masculinos, y comenzará un sutil juego de poderes para encontrar el equilibrio que permita la relación.


Aunque centrado en la relación de pareja, el tango pregona su amor por los sentidos y recrimina la contradicción en el misterio de la existencia. Como una expresión que refleja el continuo acontecer del espíritu indómito de la humanidad, presenta batalla y no se resigna a la muerte del amor buscando la forma de reestructurarlo para hacerlo posible. Y como dijese J. L. Borges, en unas notas sobre el tango:

... El tango expresa directamente algo que los poetas de diversas épocas han querido decir y a veces no lo han logrado: la convicción de que pelear puede ser una fiesta ...

Bandoneón

Bandoneón - Mario Benedetti

me jode confesarlo
pero la vida es también un bandoneón
hay quien sostiene que lo toca dios
pero yo estoy seguro que es troilo
ya que dios apenas toca el arpa
y mal

fuere quien fuere lo cierto es
que nos estira en un solo ademán purísimo
y luego nos reduce de a poco a casi nada
y claro nos arranca confesiones
quejas que son clamores
vértebras de alegría
esperanzas que vuelven
como los hijos pródigos
y sobre todo como los estribillos

me jode confesarlo
porque lo cierto es que hoy en día
pocos
quieren ser tango
la natural tendencia
es a ser rumba o mambo o chachachá
o merengue o bolero o tal vez casino
en último caso valsecito o milonga
pasodoble jamás
pero cuando dios o pichuco o quien sea
toma entre sus manos la vida bandoneón
y le sugiere que llore o regocije
uno siente el tremendo decoro de ser tango
y se deja cantar y ni se acuerda
que allá espera
el estuche.


domingo, 2 de noviembre de 2008

Más que bailar

Hace seis meses que tomo clase de tango, pero todavía no puedo decir que lo bailo, aunque a veces sucede esa magia. Yo solía considerarme buena bailarina, y pensé que al tango era cuestión de unas semanas para agarrarle el modo. Bastó un solo día de clases para enamorarme de él, y sin embargo, resultó más complicado de lo que suponía.

Sin embargo, siempre lo disfruto, pero sobre todo ahora que siento que el abrazo es más estrecho y al mismo tiempo más libre, que los pasos fluyen no sólo con limpieza, sino también con sensualidad, y es una sensualidad que nace del gusto de interpretar, con ciertos giros, boleos, ochos, ganchos y caminadas, una melodía dramática, profunda y llena de vida.

Con el paso de los meses descubro agradables sorpresas que el tango ha traído a mi vida. No sólo una amistad más respetuosa, compresiva y disfrutable con Juan Manuel, quien es mi maestro y pareja de baile, lo mismo que con mis compañeros de aventura dancística. Esta singular danza me ha regalado también una conciencia corporal que se ha traducido en una mejor postura, proporciones más armoniosas y una actitud distinta incluso al caminar. Para sorpresa mía me veo y me siento mejor, espero mis clases de tango con entusiasmo, y si antes usaba la ropa más cómoda y deportiva para asistir a clases, ahora pongo especial cuidado en mi atuendo.

Creo que el tango me ha ayudado a asumir de una forma más completa mi identidad de mujer, de mujer sensual, creativa, entera. Espero que también me enseñe a abrazar mejor, a ser abrazada, y en ese abrazo preciso bailar el mejor tango de todos: la vida.