martes, 4 de noviembre de 2008

Danzar para renacer

Siento en los pies lo que siento en el corazón: por Rodrigo Peiretti



Representar un estilo artístico es mantenerlo vivo, representarlo es recrear su pensamiento, tras éste hay una enorme red de códigos filosóficos, gestuales y ancestrales que lo sostienen. Un artista decodifica ese pensamiento y conducido por las fuerzas que mantienen al universo en marcha, movimiento y cambio, produce alteraciones en el devenir de ese arte. Este es el caso de muchos de los talentos contemporáneos del tango en cualquiera de sus ramas. Pero también es el caso del tango mismo. Es el Tango como sujeto que se mueve, cambia y crece.


El Tango nace y vive para ser canal de expresión popular. Es el lugar donde se llora sin llorar, dónde se reencuentran los cuerpos de los amantes enojados, dónde la queja se hace valer, donde las leyes son claras. El Tango fue la reunión de diversas expresiones culturales que se unieron en búsqueda de una identidad conciliatoria y representativa a la vez. Tal vez sea esa una de las causas que hace que actualmente esta expresión artística haya encontrado adeptos activos en todo el mundo.

Pero sin ningún lugar a dudas hay una causa mayor: El tango llega a un lugar profundo de las emociones esenciales del ser humano y lo desnuda, lo expone y lo lleva al replanteo. Esto su ve a través del andar de los cuerpos abrazados, la mirada cercana, los roles definidos, el formar una unidad de funcionamiento. Se escucha en el lamento eterno del violín, los acordes esperanzados o profundos de los bandoneones, en su poesía cantada y por sobre todo en sus cuestionamientos a los vínculos amorosos. El tango ha puesto la mirada en el amor.

La bailarina Milena Plebs explica un suceso que ve en las milongas y que es además uno de los ejes de su trabajo:


“ ... Habando del eterno tema del vínculo de pareja, hace tiempo que la estructura conocida está en crisis y hay una suerte de intentos que hace la gente de otra manera de relacionarse. En el tango esto se refleja. La gente joven maneja un material diferente: antes la pareja de tango bailaba básicamente junta, con los torsos juntos y moviéndose en forma paralela, ahora están empezando a probar movimientos en donde el hombre
y la mujer se separan o adquieren posiciones distintas entre sí, manejan una mayor oscilación como una mayor libertad. Hay dos cosas técnicas básicas que se mantienen, una es el abrazo y otra es el código en donde uno genera un movimiento y el otro responde.


El tango permite experimentar maneras de vinculación con todo el miedo que puede generar y no quedar atrapado en el vínculo; bueno, es que el tango dura tres minutos, terminó y te vas a otra cosa. Las tandas en las milongas son de 4 o 5 tangos. Un código que hay es que se baila la tanda entera, entre tanda y tanda hay una música distinta que corta y entonces si el tipo no te gustó, te dio miedo, etc, te vas. Tenés la posibilidad de entrar y salir, está bueno. Quiero decir: si el código fuera, que una va a bailar y tiene que bailar toda la noche con el mismo tipo... no se si sería algo que se hubiera impuesto en el mundo...

Podemos ver al Tango como un laboratorio de experimentación de las relaciones amorosas. A través de los códigos del tango cuando dos personas se juntan para bailar, se van a encontrar los propios ejes de sus comportamientos entre sus lados femeninos y masculinos, y comenzará un sutil juego de poderes para encontrar el equilibrio que permita la relación.


Aunque centrado en la relación de pareja, el tango pregona su amor por los sentidos y recrimina la contradicción en el misterio de la existencia. Como una expresión que refleja el continuo acontecer del espíritu indómito de la humanidad, presenta batalla y no se resigna a la muerte del amor buscando la forma de reestructurarlo para hacerlo posible. Y como dijese J. L. Borges, en unas notas sobre el tango:

... El tango expresa directamente algo que los poetas de diversas épocas han querido decir y a veces no lo han logrado: la convicción de que pelear puede ser una fiesta ...

Bandoneón

Bandoneón - Mario Benedetti

me jode confesarlo
pero la vida es también un bandoneón
hay quien sostiene que lo toca dios
pero yo estoy seguro que es troilo
ya que dios apenas toca el arpa
y mal

fuere quien fuere lo cierto es
que nos estira en un solo ademán purísimo
y luego nos reduce de a poco a casi nada
y claro nos arranca confesiones
quejas que son clamores
vértebras de alegría
esperanzas que vuelven
como los hijos pródigos
y sobre todo como los estribillos

me jode confesarlo
porque lo cierto es que hoy en día
pocos
quieren ser tango
la natural tendencia
es a ser rumba o mambo o chachachá
o merengue o bolero o tal vez casino
en último caso valsecito o milonga
pasodoble jamás
pero cuando dios o pichuco o quien sea
toma entre sus manos la vida bandoneón
y le sugiere que llore o regocije
uno siente el tremendo decoro de ser tango
y se deja cantar y ni se acuerda
que allá espera
el estuche.


domingo, 2 de noviembre de 2008

Más que bailar

Hace seis meses que tomo clase de tango, pero todavía no puedo decir que lo bailo, aunque a veces sucede esa magia. Yo solía considerarme buena bailarina, y pensé que al tango era cuestión de unas semanas para agarrarle el modo. Bastó un solo día de clases para enamorarme de él, y sin embargo, resultó más complicado de lo que suponía.

Sin embargo, siempre lo disfruto, pero sobre todo ahora que siento que el abrazo es más estrecho y al mismo tiempo más libre, que los pasos fluyen no sólo con limpieza, sino también con sensualidad, y es una sensualidad que nace del gusto de interpretar, con ciertos giros, boleos, ochos, ganchos y caminadas, una melodía dramática, profunda y llena de vida.

Con el paso de los meses descubro agradables sorpresas que el tango ha traído a mi vida. No sólo una amistad más respetuosa, compresiva y disfrutable con Juan Manuel, quien es mi maestro y pareja de baile, lo mismo que con mis compañeros de aventura dancística. Esta singular danza me ha regalado también una conciencia corporal que se ha traducido en una mejor postura, proporciones más armoniosas y una actitud distinta incluso al caminar. Para sorpresa mía me veo y me siento mejor, espero mis clases de tango con entusiasmo, y si antes usaba la ropa más cómoda y deportiva para asistir a clases, ahora pongo especial cuidado en mi atuendo.

Creo que el tango me ha ayudado a asumir de una forma más completa mi identidad de mujer, de mujer sensual, creativa, entera. Espero que también me enseñe a abrazar mejor, a ser abrazada, y en ese abrazo preciso bailar el mejor tango de todos: la vida.

Vivir

Son las ocho de la noche, voy al closet en busca de la ropa que me pondré hoy. Tal vez los mallones negros y el blusón de flores grandes y ribetes negros, y por supuesto, zapatos altos. Llego al salón y la música ya está puesta: Otros Aires y su versión contemporánea y electrónica de los tangos de siempre. Sonrío a los asistentes, le sonrío a mi propio reflejo en los ventanales ennegrecidos por la noche.

La clase inicia y Juan y yo modelamos el abrazo de tango y aprovechamos para mostrar cómo es el abrazo durante el baile. Todas las miradas están en nosotros. El resto de la clase corrijo posturas, modelo pasos, bailo con los chicos, hago el papel del hombre en varias ocasiones, camino de un lado al otro del amplio salón sobre mis tacones altos, al ritmo de la música, sintiéndome la mujer más glamorosa y feliz del planeta. Casi al final de la clase, mientras varias parejas practican el paso básico, yo les muestro a unas chicas cómo practicar los ochos apoyadas en la pared, hacia delante, hacia atrás….y la melodía termina y con ello la clase.

Al salir del salón, en compañía de Juan Manuel y Malena, veo a unos estudiantes que fueron solos, presentándose y compartiendo impresiones con unas chicas que han hecho lo mismo, y se despiden, con entusiasmo, hasta el próximo lunes.